Comenzó el día esperando a Giancarlo en su ya tradicional Arrecho Wrangler, como es usual no llegó a la hora acordada, pero tampoco tan tarde como en otras ocasiones. Asumamos que salimos a las 9AM desde el departamento. A continuación la clásica detención en la estación de bencina Copec de Av. La Florida para abastecernos de agua, chocolates y combustible.
Desde allí el viaje siguió sin detenciones hasta un tanto ya entrado al camino de ripio del Cajón. En el se nos hizo imprescindible detenernos a disminuir la presión de los neumáticos, pues el camino estaba pésimo y saltábamos como pelota en el Jeep. Luego seguimos rumbo hasta la entrada del Valle de Engorda, donde nos cruzamos con gente de a pie que a esa hora (aprox. 11AM) ya venía de vuelta, completamente cargados con mochilas, evidencia de al menos haber pernoctado en las cercanías.
Afortunadamente había muy poca nieve, por lo tanto, pudimos acercarnos mucho antes de requerir comenzar la caminata. Al llegar al tradicional estacionamiento no encontrábamos el sendero que nos permitía seguir pero, tuvimos la suerte que pasó una de las máquinas que explotan el yeso y, su chofer nos indicó por donde meternos.
Seguimos avanzado por el pequeño sendero un par de kilómetros más hasta finalmente estacionarnos poco después de pasar un PathFinder que ya estaba en el lugar. Desde allí comenzamos la caminata del día.
A cargar las respectivas mochilas, GPS, cámara y bastón. Los primeros 100 metros fueron duros, definitivamente se notó mi falta de training, pero después retomamos el paso.
Rápidamente llegamos al punto dónde nuestra anterior aproximación en pleno invierno pasado terminó debido a la profundidad de la nieve, en esta ocasión no era más que piedras y uno que otro hilo de agua debido a los deshielos.
Un tanto más arriba nos encontramos con una placa de hielo y nieve a la sombra, la cual no estuvo exenta de resbalones, ya que sólo íbamos con bototos regulares, nada de crampones ni similar. De ahí en adelante directo a la laguna sin mayores tropiezos, salvo que en tramo final nos separamos, cada uno subiendo por el lado que más apropiado le parecía.
Finalmente llegué por mi lado antes que Giancarlo, quien hizo los últimos metros utilizando la ruta que yo seguí pues la de él subía innecesariamente para otro lado.
Al llegar a la laguna la vista era evidentemente fenomenal, tal como las otras veces, salvo que esta vez el clima estaba al 100% de nuestro lado. Un sol radiante que no dejaba sacarte los lentes de sol.
Al fondo de la laguna, donde termina el colgante del glaciar El Morado había dos deportistas escalando la pared de hielo. Minutos después escuchamos un gran ruido y, parte importante del hielo colgante cayó a la laguna. Para fortuna de los escaladores no fue precisamente en el lugar en que ellos se encontraban, pero evidentemente los desanimó un poco, pues en cosa de segundos habían ascendido la pared y ya estaban firmes con los pies sobre la tierra.
Tras pasar unos 45 minutos en la laguna y, después de una merecida sesión fotográfica de hielos, rocas y similares, comenzamos un descenso tranquilo hasta nuestro transporte, el cual abordamos hasta detenernos en una pequeña casa en el camino, con el único fin de comernos unas buenas empanadas horneadas en horno de barro.
Cerramos el día con comida china junto a Pauline en el departamento,
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